“No lo entiendo, mamá. Me he equivocado, pero ¿Porqué se ha enfadado mi profesora conmigo? ¿No vamos los niños al colegio para aprender? Si lo supiera todo, no la necesitaría”.
Esto dijo un niño de 7 años al salir de clase a su madre. Se sentía abatido después de haber recibido una reprimenda por haber pintado de marrón una zona de la hoja que debería haber sido verde.
A lo largo de nuestra educación se nos ha enseñado que equivocarse es malo. En ese proceso todos hemos perdido una parte de nuestra capacidad de riesgo y de nuestras ganas de descubrimiento y exploración.
Mi misión es diseñar entornos en las empresas donde la gente se siente segura arriesgando, experimentando, explorando y creando, siguiendo unas reglas.
Aprender reglas, arriesgar, experimentar, explorar, crear… es exactamente lo que hacen los niños cuando aprenden su lengua materna. Y al final todos llegan a la excelencia en su manejo.
Este el sistema que tienes que aplicar para llegar a la excelencia empresarial.
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